jueves, 3 de enero de 2013

Esperanza y trabajo


Hace casi un año escribí sobre la vitivinicultura Argentina algo como ¡A brillar!, aludiendo a la gran oportunidad que se nos presentaba. Recuerdo la explosión del Malbec, que comenzó en el año 2000 y que las cifras marcaron hacia el 2004 con crecimientos en las exportaciones a niveles impensados. Es cierto que aquello se debió a nuestra coyuntura como país (dólar alto), pero fundamentalmente por la relación precio-calidad que evidenciaron tanto los críticos internacionales como los consumidores. Así ingresábamos en el paradigma Malbec: se instaló en la percepción del consumidor que el Malbec es uno de los mejores vinos del mundo y que es en Argentina donde se producen los mejores. A simple vista, es muy positivo, pero también acota la diversidad de la vitivinicultura, como si solo pudiéramos hacer grandes Malbecs. Contra ese pronóstico, este año una gran parte de las empresas, técnicos y personas vinculadas a la comunicación lograron posicionar el tema de las zonas o microzonas y los distintos varietales, lo que constituye un gran avance. Cada día me sorprendo aun más, no es que hayamos comenzado a hablar deliberadamente de La Consulta o Gualtallary, sino que se respalda con años de trabajo, con investigaciones, ensayos, estudios geológicos e inversiones a largo plazo. Esfuerzos que, este año, se plasmaron en reconocimientos internacionales y presentaciones de vinos específicos. Es un gran alivio, me permite pensar que las coyunturas limitan negocios, pero no detienen una actividad cuya base es la cultura de pueblos que se dedican a identificarse con las costumbres, como la de beber vinos para compartir momentos inolvidables, debatir penas o contemplar el futuro. A todos aquellos que trabajan incansablemente sin reconocimientos, a los héroes anónimos pasados y presentes, a las figuras internacionales que nos abren puertas, a los iconos que marcaron la historia, a los pequeños productores que pelean por justas condiciones, a los inversores arriesgados, gracias por hacer de este 2012 un gran año y permitirnos soñar con una vitivinicultura sólida y con un futuro brillante. Salud.